Un perro con una cara aterradora encuentra una familia que piensa que es perfecto.nt

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Murray y sus tres hermanos Weimaraner fueron rescatados en 2013 de la Playa de los Perros Muertos, una playa infame de Puerto Rico donde la gente abandona a sus mascotas no deseadas. Cuando los rescataron, Murray y sus hermanos tenían solo unas 12 semanas de edad y comenzaban a mostrar signos de moquillo, un ⱱігᴜѕ devastador que destruye el sistema neurológico de los perros.

“Mientras lo sostenía en la mesa de examen y lo acariciaba, sentí un clic en su mandíbula, uno de los indicadores del moquillo”, relató Christina Beckles, fundadora y presidenta de The Sato Project, una organización puertorriqueña que rescata perros callejeros. “En ese punto, no hay tratamiento”. Posteriormente, un perro puede comenzar a sufrir convulsiones y daños cerebrales.

Beckles y la veterinaria tomaron la dura decisión de sacrificar a Murray, creyendo que eга lo más compasivo. Pero cuando llegó el momento, la veterinaria cambió de opinión.

“Lo llevó a la mesa y él meneó la cola… y no pudo hacerlo”, explicó Beckles.

Murray tenía, sin embargo, una pequeña oportunidad de sobrevivir, ya que una de sus hermanas había muerto por la misma enfermedad.

A pesar de eso, Murray mejoró con el tratamiento, aunque aún tiene algunos problemas de salud, como сгіѕіѕ epilépticas moderadas. Su cráneo creció de forma irregular debido al moquillo.

La familia de Mackenzie Gallant, que incluye a su madre Kristina, su padre Dennis, sus dos hermanos menores Wesley y Eli, dos perros de rescate y un gato, comenzó a acoger a Murray en noviembre de 2013 y lo adoptaron legalmente al mes siguiente, justo antes de Navidad.

“Es mi perro favorito”, dijo Gallant. “Lo adoro. Duerme en mi habitación todas las noches”.

Gallant regresó a la universidad en 2016, pero sigue en contacto con Murray a diario a través de FaceTime, y él aún duerme en su habitación.

“Incluso cuando estoy en la escuela, él entra a mi cuarto, tiene su propia almohada y manta”, explicó Gallant. “Y entiende las palabras. Le dices ‘Murray, es hora de ir a la cama’ y sale corriendo a mi habitación”.

Cuatro años después de su rescate, Beckles recuerda a Murray con cariño y se alegra de que haya encontrado el hogar perfecto.

“Este perro se ve diferente a los demás, pero no lo es”, observó Beckles. “Sigue disfrutando de los paseos y las caminatas. No se le trata de manera diferente a los otros perros”.