Un buen samaritano descubrió al pequeño cachorro, que estaba hambriento y deshidratado, aplastado detrás de una cerca de hierro. Tenía sarna severa, una enfermedad parasitaria de la piel, y estaba bajo de peso.
Llevó al cachorro herido a una clínica veterinaria local, donde recibió primeros auxilios y comida mientras los amantes de los animales trabajan para ayudar al can a recuperarse por completo.
El veterinario predijo que, aunque el cachorro tenía heridas menores, se recuperaría. Todo lo que necesitaba era un dueño cariñoso que lo alimentara bien.
El hombre que lo había salvado decidió adoptarlo, y como ya tenía otro perro, el pobre cachorro finalmente obtuvo todo lo que había deseado en un hogar: un dueño dedicado y una compañía encantadora.
Esperamos lo mejor para él y estamos agradecidos con este hombre amable por rescatar y adoptar a un alma tan dulce.
