Anna Marie Giannini supo que Tilly era especial en el momento en que vio a la cachorra de spaniel tibetano. Giannini había respondido a un anuncio en internet sobre una camada de cachorros que estaban regalando, pero uno de ellos era único.
“Cuando llegué, me informaron que uno de los cachorros estaba defectuoso y que no podían encontrarle un hogar, lo que podría llevar a su muerte”, explicó Giannini a The Dodo. “Ya me había enamorado de ella y había planeado nuestro futuro juntas en mi cabeza antes de que terminara de pronunciar esa terrible oración”.
Tilly nació con el síndrome de la columna vertebral corta, una enfermedad rara en la que sus vértebras comprimidas le dan una espalda desproporcionadamente corta y sin cuello.
Tilly fue colocada en los brazos de Giannini, y ella no podía creer que nadie quisiera a una cachorra tan linda.
“Cuando la adquirí, era esta pequeña bola de pelusa sucia”, recordó Giannini. “Encajaba perfectamente en mi mano, y mientras conducíamos a casa desde donde la recogí, descansaba en mi regazo y me miraba con sus grandes ojos marrones, y supe que me necesitaba tanto como yo a ella.”
Giannini le dijo a Tilly que nunca se sentiría no deseada de nuevo.
La columna vertebral corta de Tilly se hizo más visible a medida que envejecía. Pero eso no ha impedido que siga los pasos de sus compañeros cachorros. “Nació con una condición, y su cuerpo, al igual que los humanos nacidos con un síndrome, ha aprendido a adaptarse”, explicó Giannini. “No ha tenido dificultades de salud ni complicaciones como resultado de su columna vertebral corta, y esperamos que tenga una vida larga y saludable”.
Giannini frecuentemente pasa por alto el momento en que Tilly es única. La única vez que la pequeña necesita ayuda es cuando tiene que subir y bajar de los muebles, lo cual hace utilizando escalones especiales. Debido a su columna vertebral inflexible, no puede girar la cabeza para rascarse o masticarse. Por lo que su madre se asegura de rascarla y masajearla durante todo el día.
Tilly se asegura de expresar su gratitud a su madre por criarla en un hogar cariñoso.
“Ella duerme como un humano pequeño en mi cama”, recordó Giannini, “con la cabeza en la almohada y las patas metidas en la manta.” “Ella tiene que estar conmigo todo el tiempo, tocándome.” Cuando estoy cocinando, ella se pone entre mis piernas. Siempre está a mi lado, con las patas en mi regazo, cuando estoy haciendo mis tareas”.
“Cada hora más o menos mientras estamos en casa, ella vendrá aleatoriamente hacia mí y me dará besos y luego volverá a acostarse”, continuó, “funciona como un reloj”. ¡Es como si no pudiera funcionar sin besos!
Tilly no se da cuenta de que es diferente, pero su aspecto único atrae mucha atención tanto de humanos como de perros en la calle.
“Otros perros suelen quedar encantados con ella y tratarla con suavidad”, explicó Giannini. “Tilly, por otro lado, no está preocupada porque sabe que es capaz de cualquier cosa; es una joven determinada que quiere jugar con cualquier perro, sin importar lo grande o pequeño que sea”.
“Tilly ha aprendido mucho de Giannini y no cambiaría su tiempo juntas por nada.
“Tilly me recuerda todos los días que debo estar agradecida por otro día”, agregó Giannini. “Estoy agradecida de ser la persona que le brinda una vida maravillosa y de poder pasar todo este tiempo con ella, ya que ella fue tan especial y amorosa cuando la adquirí.”
“Ella me dice continuamente que ser diferente es algo especial”, continuó.